Andrew Mendoza, un hombre de Danavang, Texas (EEUU), discutió hace unos meses con su novia. En el calor del momento, le dijo que si esa noche ella no lo llamaba, le sería infiel "con el caballo del vecino". Ella no llamó.
Poco después, la policía lo encontró con un equino en una postura comprometida en un establo cercano. Él se defendió alegando que lo suyo iba en serio: "Estaba tratando que la yegua tenga un bebé mío. Quería un bebé jinete." Su declaración escrita deja pocas dudas.
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| Mendoza, con cara de haberlo dado todo. |
Más tarde, se declaró culpable de lascivia pública y allanamiento de morada, y pasó cuatro meses en la cárcel.
Sus fechorías continuaron al salir, cuando lo sorprendieron haciendo actos obscenos a un niño. Poco después, se ahorcó en la cárcel donde lo habían recluido por este último delito. Ahí terminó su carrera criminal.
Mendoza no fue el primero en hablar abiertamente sobre sexo con los equinos.
El pasado mes de diciembre, un hombre de Florida de nombre Carlos Romero defendió su derecho constitucional a tener relaciones sexuales con su mascota, un burro en miniatura llamado Doodle. Y en agosto, Jeremy Johnson, de Pennsylvania se declaró culpable de irrumpir en un granero y administrar sexo oral a una yegua.
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