Que el mundo de la moda emplea trucos en las fotografías de las modelos para que luzcan lo mejor posible no es ningún secreto. De hecho, hojear cualquier revista de moda es adentrarse en un mundo de piernas interminables, pieles perfectas y cero arrugas. Sin embargo, las organizaciones de salud han advertido que la mejora digital promueve expectativas poco realistas de la imagen corporal, especialmente entre las niñas.
Por ello, dos científicos estadounidenses han decidido que los consumidores deben estar informados de cuánto se ha alterado una imagen en particular, y creen haber encontrado la manera, mediante el uso de un programa informático que muestra exactamente los retoques que han sufrido las imágenes antes de su publicación. Sus inventores pretenden que esta nueva herramienta acompañe cada anuncio como advertencia para la salud de los consumidores.
"Los modelos increíblemente delgados, altos, sin arrugas y sin manchas salpican habitualmente vallas publicitarias, anuncios y portadas de revistas", se queja el profesor Hany Farid, uno de los promotores del proyecto. Él y Eric Kee, del Dartmouth College, en New Hampshire, han elaborado una lista de los preocupantes efectos secundarios de las imágenes alteradas y afirman que “puede que los editores tengan razones legítimas para modificar fotografías y crear una fantasía que venda productos, pero ya han ido demasiado lejos”.
Utilizando un programa informático han sido capaces de poner de relieve las diferencias entre una imagen natural y otra retocada, como se muestra en la imagen superior. "La ubicuidad de las imágenes poco realistas y muy idealizadas se ha relacionado con trastornos de la alimentación y la insatisfacción de la imagen corporal en los hombres, mujeres y niños", explican.
El programa también diferencia entre las alteraciones de brazos, piernas y torso, y las que cambian el tono de la piel y eliminan arrugas, manchas y celulitis.
Los investigadores explican que empezaron analizando 468 series de fotografías inéditas y retocadas. Luego utilizaron una descripción matemática simplificada de los aumentos en las funciones de un modelo, como su forma o su color de piel. A cada fotografía alterada se le asignó un número entre uno y cinco, en la que se marcaba un ‘1’ cuando había poco retoque y '5' cuando se producían cambios significativos. Posteriormente, se pidió a un grupo de voluntarios que puntuaran, igualmente, de uno a cinco las imágenes.
En sus conclusiones, los científicos encontraron que había una estrecha correlación entre la evaluación por ordenador y la opinión humana, lo que sugiere que esta técnica podría ser utilizada para llegar a una clasificación de las fotografías.
"Ahora, lo que tenemos es una medida matemática de retoque fotográfico," expone uno de los científicos, Farid, y propone que se realice dicha clasificación en función de la alteración digital que haya sufrido el aspecto de las personas que aparecen en las fotografías. "Cuando se publica junto a una foto, una clasificación puede informar a los consumidores de lo mucho ésta se ha alejado de la realidad”, concluye.