Darren Jones, un británico de 38 años, no puede pasar un día sin sus seis litros de Coca-Cola Light, una adicción que ha llegado a dominar su vida y que le supone un gasto de 3.000 libras (unos 3.500 euros) al año. "La Coca-Cola Light ha arruinado mi vida", confiesa.
Durante la última década, su hábito, que comenzó en la adolescencia, se ha ido empeorado y ahora no puede salir de casa sin una botella de la refrescante bebida, hasta el punto de que, si no consigue su dosis diaria, su familia asegura que estar a su lado “es una pesadilla” porque, según dice, no puede beber otra cosa.
Sin embargo, y a pesar de los cientos de botellas almacenadas en su cocina que satisfacen su demanda de 42 litros semanales, Darren no deja que sus hijos Abbie, siete, y James, de seis años, prueben el refresco, consciente de las penalidades que para él ha supuesto.
Bebidas ¿dietéticas?
Endulzadas artificialmente, las bebidas dietéticas pueden causar aumento en lugar de pérdida de peso, según dicen los científicos, además de otros agravios para la salud.
En junio de 2010 un estudio reveló que los edulcorantes artificiales como el aspartame y la sacarina pueden activar la alimentación en los centros de recompensa del cerebro, sin satisfacer plenamente los deseos resultantes, con lo que aumentan el deseo de comer.
Fuente: dailymail.co.uk
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